La LOMLOE trae cambios en cuanto al marco pedagógico que nos conduce a la elaboración de nuevas Unidades Didácticas. Estas nuevas UD deben partir de la premisa de un contexto competencial en el que los alumnos participen activamente de su propio proceso de aprendizaje. Las metodologías activas de aprendizaje son, por tanto, un “must have” del nuevo contexto escolar que debe estar orientado, por otro lado, hacia la consecución de los objetivos 2030.
Pero no es éste el único cambio que encontramos, los elementos curriculares básicos también han cambiado, configurando un nuevo modelo de programación.
El primer elemento en el que debe centrarse el docente es el de las Situaciones de aprendizaje. Éstas, son estrategias didácticas en las que el alumno resuelve tareas vinculadas con el mundo real para poner en juego las competencias clave movilizando una serie de saberes básicos. Entender esto es clave para no perderse en una programación LOMLOE.
La situación de aprendizaje nos permite contextualizar el aprendizaje en el mundo real utilizando para ello metodologías activas.
Una vez hemos ideado una situación de aprendizaje, el siguiente paso sería seleccionar qué saberes básicos de los que nos propone la ley se trabajarán en ella. Debemos tener en cuenta que la LOMLOE propone el tratamiento integrado y globalizado del conocimiento como metodología principal por lo que nuestras Unidades de Indagación deben tender hacia el trabajo transdisciplinario.
Los criterios de evaluación seleccionados deben ayudarnos a comprobar qué competencias específicas de cada una de las asignaturas implicadas serán desarrolladas a través de los desempeños que se elijan, es decir, a través de qué actividades, cometidos, tareas concretas. Como podemos comprobar, este modelo de programación tiene una gran coherencia vertical uniendo todos sus elementos a través de la práctica concreta del aula.
Por último, los descriptores operativos de las competencias específicas nos ayudarán a comprobar el grado de desarrollo de las competencias clave para comprobar en qué medida nuestros alumnos desarrollan el perfil de salida de cada etapa.
Y una vez tenemos todos los elementos del currículo claro, toca preguntarse por dónde comenzamos.
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