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¿Por qué no me funciona el Aprendizaje Cooperativo en clase? (La guía definitiva)


Muchas son las razones por las que un profesor puede terminar por desistir y dejar de utilizar esta metodología en clase. No pocos de ellos comenzaron, probablemente, con la mejor de las intenciones, algunos otros por "obligación", por moda, o simplemente porque tocaba hacerlo. Lo importante es, no obstante, cuál es la razón por la que todos ellos se quedaron en el camino. Respondo en este post a las razones que pueden estar detrás de que en clase no te esté funcionando el Aprendizaje Cooperativo.



Mis alumnos no aprenden cuando están en grupos cooperativos.

No deja de ser una percepción, basada muy posiblemente en creencias y modelos mentales pero ante esto, te preguntaría: ¿para qué tipo de aprendizaje estás utilizando el Aprendizaje Cooperativo (AC)? Es decir, ¿has puesto a tus alumnos en grupo para trabajar una unidad entera, o varias unidades de asignaturas diferentes a través un proyecto? O, ¿pones a tus alumnos en grupos cuando has terminado el tema para hacer el típico mural o un contenido extracurricular? Si tu caso es el segundo, probablemente asocies el AC con "aquello que hago después de haber aprendido de verdad para hacer cosas menos importantes". Y esto, los alumnos lo perciben, son esponjas que absorben a través de la piel los modelos mentales del profesor y actúan en consecuencia. Estoy convencido que si lograras trabajar unas cuantas sesiones con un tipo de Aprendizaje verdaderamente Cooperativo, cambiarías tu percepción.



Pero, es que no le veo ningún sentido. Cuando hago grupos cooperativos es todo un follón y los niños no aprenden nada.

Si es así, si has intentado utilizar el AC para que tus alumnos aprendan de verdad cosas importantes y no solo para hacer actividades de relleno, lo más probable es que lo que estés poniendo en práctica no sea realmente AC sino, Trabajo en Grupo. Es decir, simplemente, tus alumnos juntan las mesas y se ponen a trabajar. Si este es tu caso, lo raro sería que hubiera salido de otra forma.

Imagínate: un alumno cuyo flujo de aprendizaje es unidireccional durante prácticamente toda su escolaridad, de repente se ve de espaldas al profesor, frente a tres o cuatro compañeros con los que siempre que se relaciona es para jugar o hablar de las cosas que realmente le importan... ¿qué reacción puede tener este niño? La respuesta es obvia. Cuanto más puntualmente lo utilices, peores resultados obtendrás.




Ya. Pero es que, por más que insisto, tengo la sensación de que las clases cooperativas son una pérdida de tiempo.

Esto es muy habitual y lo más común es que el siguiente paso sea desistir. Cuando te has esforzado por implantar una metodología - la que sea - y te has ido topando una y otra vez con un muro, lo más lógico es terminar harto. Pero, ¡no desistas! Hay unas cuantas claves para conseguir el resultado esperado de esta metodología (Indicaciones para comenzar el AC).

El AC, como cualquier otro método de trabajo, debe entrenarse. No podemos esperar que al poner a nuestros alumnos en grupos, automáticamente y por obra de magia, comiencen a aprender cooperando. Varias pueden ser las razones que provoquen este resultado negativo: que no tengan claro qué se espera de ellos, que no tengan integrada la responsabilidad de su rol, que no tengan habilidad cooperativa o simplemente que se distraigan. Cada una de esas razones pueden trabajarse:


- No tienen claro qué se espera de ellos. No solo es posible sino comprensible. Hemos de tener en cuenta que, probablemente, ese niño venga de un modelo de aprendizaje cuya base sea la escucha al profesor y como mucho la interacción únicamente con él. Cuando interacciona con los compañeros es para hablar de cosas "que realmente le interesan". Es tan sencillo como insistir a tiempo y a destiempo, antes, durante y después de la actividad en que en este tipo de agrupación, como en el resto, hay momentos para escuchar, otros para trabajar y otros para hablar y que, de hecho, si se hace bien, en cooperativo hay muchos más momentos para poder conversar y colaborar.


- No tienen integrada la responsabilidad de su rol. Es otra de las razones más habituales. Al principio de la primera actividad que hacemos en AC, solemos distribuir los roles y ahí se nos olvidan. Ni los niños los ejercen correctamente ni nosotros nos empeñamos en que lo hagan (por no perder tiempo en ello). Así es normal que los roles pierdan en seguida su capacidad de integración e implicación. Es importantísimo dedicar tiempo a este tema antes, durante y después de los grupos. Para ello, es muy útil utilizar una diana o rúbrica de evaluación del trabajo cooperativo. A través de esta co-evaluación, todos los miembros rinden cuentas al resto del grupo y esto fomenta la sensación de responsabilidad. (Rúbrica co-evaluación AC)


- No tienen habilidad cooperativa. ¡Ah! Que, ¿existe eso? Pues sí. Igual que tenemos mayor o menor habilidad para memorizar o para un deporte, o para hablar en público, existe mayor o menor facilidad para trabajar de forma cooperativa que, como todo, mejora con la práctica. Conviene por ello tener muy claro qué grado de habilidad tiene cada alumno antes de conformar los grupos de base. Os dejo una rúbrica que os puede ayudar. Obviamente, este es un documento privado del profesor para conocer el perfil del alumno, no se trata de que ellos mismos se etiqueten con uno u otro.

Y, ¿qué pasa cuando tengo que explicar algo? No me atienden.

Y, ¿quién dijo que los alumnos deban estar el 100% del tiempo agrupados? A lo largo de la jornada o de la semana, pueden haber momentos para cooperativo, otros para trabajo dialógico en parejas, otros para trabajo individual y, cómo no, también para explicación magistral. No obstante, a medida que la habilidad cooperativa aumenta, también lo hace la capacidad de escucha en distintos tipos de agrupación. Así y todo, un consejo sería que las mesas estén en diagonal a la Pantalla Digital (o pizarra) de forma que todos puedan ver y nadie quede de espaldas. (Ver imagen).


¿Y qué pasa cuando hay muchos problemas en los grupos? Cuando no están con sus amigos se enfadan.

Hombre, claro, ellos quieren estar con sus amigos... faltaba más. Pero es que una de las mayores riquezas del AC se encuentra en la interrelación que se produce entre pares.

El AC es también un aprendizaje para la vida real; en el mundo de la universidad, el laboral y en la vida misma, hay momentos en los que tenemos que relacionarnos con personas muy distintas a nosotros. Raro es quien, a lo largo de su vida, se relaciona únicamente con sus amigos. Es más, conforme aumenta nuestro círculo de relaciones, descubrimos que el trato con el que es diferente nos enriquece, nos hace ampliar nuestra perspectiva y, en definitiva, nos hace crecer. Este es un aprendizaje que en el método tradicional es más difícil descubrir. Simplemente porque el número de interacciones entre pares es mucho menor.

Para nosotros es algo obvio pero este tipo de reflexiones conviene hacerlas con los niños, adaptándola, cómo no, a su lenguaje y madurez. Si no lo hacemos, estaremos desechando una de las mayores riquezas del AC.

Además de todo esto, también es necesario contribuir a la cohesión de los grupos a través de dinámicas de cohesión. Podemos encontrar infinidad de ellas en la red con una simple búsqueda. Dejo yo aquí a modo de ejemplo, sólo unas cuantas.





Otro problema es que cuando aplico técnicas simples de AC (lápices al centro, 1,2,4...) mis alumnos terminan trabajando cada uno a su ritmo sin tener en cuenta al resto del grupo.


Esto es muy habitual. La tendencia natural de casi todos los alumnos

Al menos, las 10 o 12 primeras veces que pongas en práctica las técnicas simples de AC puedes seguir los siguientes consejos:

Como cualquier otro hábito o conducta, requiere práctica. Lo que pasa es que a veces comparamos una metodología con la que llevan trabajando toda la vida escolar con otra en la que no han trabajado más de 45 minutos seguidos.


Ojalá consigas vencer las reticencias propias y las de tus propios alumnos para con el AC y podáis beneficiaros de una metodología que no es la panacea de la educación pero sí aporta una enorme riqueza a nuestras clases.


Dejo un par de vídeos que, ojalá, os puedan ser de utilidad.


¡Cada gota hace océano!




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