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Foto del escritorPablo Díaz

CONSTRUCTIVISMO EN EL AULA 2

En el anterior post veíamos que "no hay nada en la mente del sujeto que éste no haya construido". Si esto es así, significa que no se puede transferir un conocimiento de una mente a otra como si estuviera trasplantando una maceta.

Si realmente estamos interesados en que se dé un conocimiento determinado en la mente de otra persona, no puedo más que dar indicios al sujeto para que sea él mismo lo construya. Podemos ver un ejemplo claro de esto al dar una explicación absolutamente detallada sobre un tema en concreto en el aula y, al preguntar, percatarnos de que cada cual ha entendido una cosa diferente (en el mejor de los casos).

Esto sucede porque este nuevo conocimiento que el aprendiz crea en base a los indicios que yo le he dado, siempre lo hará sobre un andamiaje que existe en su intelecto en función de las experiencias, información y razonamientos previos que haya tenido. No es lo mismo acceder a la carrera de aeronáutica con un andamiaje previo relativo a la física que no, por poner un ejemplo radical.


Dado que el ser humano comprende el mundo a través de categorías y sistemas, cualquier nueva información que recibimos es procesada en función de las categorías y sistemas preexistentes y, de no encajar con ninguno, nuestro cerebro creará uno nuevo aún a costa de reestructurar los anteriores.


Esto quiere decir que la información, los estímulos, la realidad exterior, propician unas reacciones en el interior del sujeto que mueven a la construcción de un nuevo significado que quizá antes no existía. El aprendizaje cambia nuestro cerebro y nuestra visión del mundo.


Pero para que se dé este proceso deben darse determinados desencadenantes: la atención, la valía y una voluntad o motivación.

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