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Foto del escritorPablo Díaz

CONSTRUCTIVISMO EN EL AULA 4

Finalizamos esta serie de posts sobre las consecuencias de utilizar un enfoque constructivista en el aula con unas consideraciones finales que espero ayuden a los despistados internautas que acaben por estos lares.


Si para aprender algo, en realidad debemos construir mentalmente su significado, entonces la participación del alumno en el proceso se vuelve fundamental; deja de ser, por tanto, un sujeto pasivo para convertirse en un agente imprescindible del aprendizaje. Y cuando hablamos de sujeto activo, agente del aprendizaje, no nos limitamos a una frase bonita digna de Mr. Wonderful sin o a que el alumno sea consciente de qué está aprendiendo y con qué propósito.


Como bien defienden numerosos autores, la emoción tiene en este proceso una enorme importancia pues el estado emocional en que se encuentra el alumno puede potenciar o limitar la adquisición de nuevos aprendizajes inhibiendo químicamente los circuitos neuronales de la construcción de conocimiento.


Pero es que, además, ese nuevo conocimiento se construye sobre los andamiajes existentes en la estructura cognitiva, es decir, el nuevo aprendizaje estará relacionado y condicionado por los aprendizajes previos que como alumno haya tenido. En resumidas cuentas, no sólo se convierte en necesario el tener en cuenta los conocimientos previos de mis alumnos sino poner en relación la nueva información con los aprendizajes previos de los alumnos.


Así pues, como constructivista nato, no puedo menos que animar a todos mis compañeros docentes a que, como decía Platón, asciendan de la doxa (opinión) al episteme (conocimiento) en éste y el resto de ámbitos de nuestra labor.

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