Es importante, en el proceso de evaluación, hacernos una serie de preguntas que den sentido a este proceso más allá de la mera calificación. Con la finalidad de contribuir al desarrollo de una evaluación integral, intentaré compartir durante las próximas semanas información acerca de este proceso entendido como parte del aprendizaje y no sólo como un diagnóstico de este.
En primer lugar, resulta del todo necesario reflexionar sobre qué es exactamente lo que voy a evaluar. Parece una pregunta baladí, pero no lo es. No es lo mismo evaluar un contenido, que una destreza, por ejemplo, o evaluar el grado de adquisición de un conocimiento determinado o los conocimientos previos sobre un tema.
En segundo lugar, y aunque suponga un gran esfuerzo, establecer unos criterios de valoración. la más de las veces solemos saltar este paso y nos lanzamos directamente a plantear la preguntas de un examen o mandar una exposición oral. Pero, ¿tenemos en cuenta previamente una serie de criterios de valoración?
En tercer lugar, y ahora sí, cómo lo voy a evaluar. Una vez he pensado qué voy a evaluar y con qué criterios, puedo plantearme de qué forma lo voy a hacer. Entonces puedo decidir si es mejor utilizar un examen, un test, una exposición, un organizador gráfico, una tarea de desempeño o cualquier otro instrumenTo de evaluación. El más apropiado para el caso concreto.
En cuarto lugar, y no menos importante, hemos de decidir cuál es el momento mas oportuno para llevar a cabo la evaluación.
Y en quinto y último lugar, algo que de nuevo parece una perogrullada pero no lo es para nada, qué hago con esa evaluación. Además de utilizar la nota para el informe, ¿qué hago con esa información? Es importantísimo que los alumnos reciban un feedback y que este pueda ser algo más que una calificación numérica, pero además, esa información puede ser de gran utilidad para reflexionar sobre el propio proceso de aprendizaje que se está llevando a cabo en él aula.