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Foto del escritorPablo Díaz

Demasiadas preguntas sin respuesta


El problema no es lo que está, es lo que se encuentra ausente, señores ministros.


Cualquier ciudadano con dos dedos de frente entiende que las medidas y recomendaciones acordadas no son solo buenas sino una absoluta perogrullada. Hace ya seis meses que sabíamos que la vuelta a las aulas conllevaría uso de mascarilla, distancia social y lavado de manos (qué menos!). ¿Qué es lo que han estado haciendo desde entonces?


Los coles hemos estado elaborando plan A, B, C y C con variaciones, estirando la plantilla y ensanchando los espacios para reducir al máximo la ratio, minimizar los riesgos de contagio y asegurar la continuidad del aprendizaje (algunos se olvidan que nuestra misión es enseñar más allá de cuidar a los hijos de otros).

El problema no es lo que está, es lo que se encuentra ausente, señores ministros.

Creo que pocos podían esperar, siendo realistas, un anuncio estrella de bajada masiva de ratios u otras medidas inesperadas... Lo que esperábamos los españoles, profesores, equipos directivos y padres eran respuestas concretas a las verdaderas preguntas que nos formulamos todos:


¿Que pasa con un alumno contagiado? ¿Es aislado hasta que llegue el padre? ¿Quién le acompaña si todos los profesores están en sus aulas burbuja? ¿Dejan al resto de alumnos solos? ¿Y si el padre no viene? ¿Tiene que quedarse un profe con él el resto del día?


¿Qué hacen los padres de un alumno con síntomas compatibles? ¿Dejan su trabajo inmediatamente para acudir al centro a recogerlo? ¿Y después? ¿Dejan de trabajar 14 días? ¿Y si son autónomos o tienen un trabajo precario?


¿Qué hacemos con los compañeros de ese alumno? ¿Continúan las clases? ¿También se avisa a sus padres?


Algunos se olvidan que nuestra misión es enseñar más allá de cuidar a los hijos de otros

El problema es que llevamos demasiado tiempo oyendo eso de que “el gobierno está preocupado”, “el gobierno está trabajando”, “anunciamos el anuncio de un anuncio en el que se anunciarán medidas concretas”.


La realidad es que en 7 días comenzamos las clases y ese mismo día podemos encontrarnos con un niño en la sala de aislamiento COVID y una clase que deja atrás con compañeros asustados.


¿Alguien ha pensado por un maldito momento en las consecuencias emocionales que todo esto va a ocasionar en nuestros alumnos y profesores?


Como de costumbre, falta mucho para estar a la altura de las circunstancias.


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