Hace poco encontraba en las redes el concepto IKIGAI. "Iki" significa "vida", en tanto "gai" puede traducirse como "valor".
Por lo visto es un término japonés que vendría a significar algo así como la "Razón de ser" o "Razón de vivir".
Me encantó descubrirlo, la verdad, y ver sus vinculaciones con la parte superior de la Pirámide de Maslow, la de la autorrealización. He de reconocer que soy un enamorado de la psicología humanista; de cualquier humanismo, más bien.
Como iba diciendo, el IKIGAI ofrece un modelo a través del que podemos reflexionar sobre el sentido de nuestra vida en relación a aquello que amamos, aquello que se nos da bien, aquello a lo que dedicamos nuestra energía y aquello para "lo que hemos sido llamados".
No pude menos que vincular este nuevo aprendizaje con un conocimiento previo que tengo anclado en lo más hondo de mi ser desde el momento que lo descubrí, me refiero a "El Elemento" de sir Ken Robinson.
Según este reconocido autor, el Elemento es allí donde confluyen nuestras aptitudes naturales y nuestras propias inclinaciones personales, es decir, aquello que se nos da bien y, además, disfrutamos haciéndolo.
Para aquellos que hayan encontrado su elemento, conozcan o no a Robinson y su modelo, entenderán perfectamente de lo que hablamos. Vivir en el Elemento lo cambia todo y proporciona un sentido a la vida que trasciende toda dificultad que uno pueda encontrar.
Este Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación y dos condiciones para llevarse a cabo: actitud y oportunidad.
Con todo, el Elemento no es una especie de quimera o utopía sino un estado vital perfectamente realizable al que la escuela debería contribuir potenciando en los alumnos el autoconocimiento, la metacognición y el desarrollo de las habilidades individuales.
Y, ¿tú? ¿Has encontrado tu elemento?
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