Hace tiempo que viene hablándose de diferentes metodologías activas: que si neuroeducación, aprendizaje y servicio, STEAM, cooperativo, desarrollo de competencias...
Muchísima tinta electrónica se ha vertido sobre las pantallas a razón del cambio de paradigma educativo, la integración de las TAC en el seno del aprendizaje y demás.
Mucho y muy necesariamente se está haciendo hincapié en la necesidad de restar protagonismo (que no suprimir) al maestro y su clase magistral y devolvérselo a quien siempre hubo de tenerlo, el alumno.
Y todo esto no sólo está bien sino que es, en mi opinión, absolutamente necesario. Pero hay un tema del que no se habla tanto y que, según mi experiencia, se encuentra en la raíz del proceso transformador de la educación. Me refiero al foco atencional en el aula.
Estamos todos ya acostumbrados a ver experiencias innovadoras en las que se redistribuye la acción del proceso hacia diferentes puntos en el aula, los que conforman los grupos cooperativos, por ejemplo. Pero hay una constante que, salvo en contadas ocasiones, no cambia: el verdadero eje del aprendizaje sigue estando focalizado en la “tarima”, haya sido sustituida esta o no por una Pantalla Digital.
REPENSAR EL ESPACIO
Aunque la pizarra de tiza dejó paso al proyector y finalmente a la PDI y, a pesar de que las mesas en hilera se redistribuyeron en grupos, la estructura de la clase sigue siendo netamente expositiva. Es decir, el momento esencial de la enseñanza se da en el instante en que la atención de los alumnos se dirige hacia la pizarra.
No soy yo un radical de esos que declaran que la “clase magistral ha muerto”, es más, muy al contrario, utilizo parte de mis clases con esta metodología y creo que debe formar también parte del proceso de aprendizaje (hablaré de esto en el siguiente post), pero, ¿por qué no darle un nuevo uso a los espacios escolares? ¿Por qué debe circunscribirse el aprendizaje real a la unidireccionalidad que se da generalmente en el aula? ¿Por qué no utilizar los patios, los pasillos, salones de actos?
Poco, muy poco se habla de este aspecto que quizá muchos de nosotros damos por sentado.
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