Los que abogamos por un aprendizaje que trascienda la división actual en asignaturas, ya sea a través del aprendizaje globalizado o transdisciplinario, entendemos que es indispensable poner especial esmero en el diseño de las experiencias de aprendizaje.
El aprendizaje basado en proyectos ha sido en los últimos tiempos el indiscutible rey de la innovación. Cualquier colegio que se precie ha llevado a cabo el ABP en sus aulas con mayor o menor éxito. Y sobre este mayor o menor éxito, precisamente, quería escribir.
Un proyecto siempre es un elemento motivador para los alumnos pues precisamente este factor es el que se encuentra en la base de esta metodología. Numerosos estudios del ámbito de la Neurociencia confirman que la emoción es clave para afianzar y anclar los aprendizajes.
Podríamos decir que la ilusión que despierta un proyecto es un riquísimo caldo de cultivo, una condición previa pero no suficiente. O, lo que es lo mismo, La emoción, en sí misma, no genera aprendizaje.
El ciclo experiencial de David Kolb puede servirnos para explicar que el aprendizaje, aunque comience en una experiencia sensorial concreta, debe transitar por un proceso de reflexión y abstracción para que cristalice.
Es de vital importancia dotar a la innovación de una solidez pedagógica y curricular si no queremos dar la razón a aquellos que ven en las nuevas metodologías una suerte de PELIGRO CIRCENSE. Es un peaje que necesariamente debe pagar un nuevo paradigma educativo si quiere desmontar el marco de aprendizaje actual. Peaje, en mi opinión, no sólo imprescindible sino oportuno.
Los ABP no son un circo ni una moda ni una macedonia de emociones y exposición de murales.
La perspectiva que nos ofrece la Taxonomía de Bloom También nos puede servir para fundamentar nuestras experiencias de aprendizaje.
Esta teoría ha recibido críticas desde el ámbito científico y pedagógico, críticas que la acusan de fragmentar el currículo o pretensión de ser una teoría del aprendizaje... a mi entender, es un problema a la hora de abordar la propia taxonomía.
Para el profe de aula, para el soldado de a pie, una herramienta diseñada en función de la complejidad de procesamientos cognitivos, es de enorme ayuda a la hora de programar las experiencias de aprendizaje; porque, digan lo que digan, no es lo mismo conocer, comprender, aplicar, analizar, evaluar que crear. El aprendizaje a niveles superiores depende de la adquisición del conocimiento y habilidades de los niveles inferiores.
Por concluir, para que nuestro planteamiento metodológico tenga éxito, debemos poner un especial esmero en la fundamentación y el diseño de las experiencias de aprendizaje.
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