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Foto del escritorPablo Díaz

La desescalada educativa

Todavía inmersos en la cresta de la ola, cuando aún contamos con 300 personas fallecidas cada día y más de 1000 contagios diarios, empezamos ya hablar de desescalada. Y es que, el ser humano necesita de un horizonte hacia el que proyectarse. Nuestra mirada debe dirigirse necesariamente hacia algún punto más allá de nuestro presente y preferimos hacerlo hacia un futuro esperanzador por más o menos realista que este sea (juzgue cada cual según sus fuentes...).

En el ámbito educativo, todavía recomponiéndonos del golpe que supuso el cierre de las aulas, ya se habla en los medios y en las redes de la vuelta al cole. Y mientras algunos debaten si las escuelas debemos ofrecer o no un servicio de guardería o escuelas de verano gratuitas para todos, algunos vemos con preocupación que, una vez más, el debate se produce en la superficie, sin contemplar la complejidad de la situación, sin entrar en profundidad en lo que de verdad importa.


El día siguiente al confinamiento ya se nos empezó a exigir a los docentes una adecuada atención a nuestros alumnos: la escuela no podía parar. Unos cuestionaban que los padres no eran docentes y por tanto no podían atender a sus hijos, otros que los niños no podían "perder" 15 días de colegio, o un mes, o lo que fuera que este condenado virus nos trajera, hubo quien ridiculizó la profesión docente que ahora se tomaba días de vacaciones, ha habido quejas y críticas por parte de padres, periodistas y entendidos varios...


El debate se produce en la superficie, sin contemplar la complejidad de la situación, sin entrar en profundidad en lo que de verdad importa.

Ha habido, también, profes, docentes y maestros que han permanecido en la queja y el lamento durante los casi 50 días que llevamos de confinamiento sin atreverse a levantar la mirada de su propio ombligo; ha habido, también, profes, docentes y maestros, que, con toda la buena intención del mundo han acribillado a sus alumnos a interminables tareas, aumentando el desequilibrio emocional que ha traído esta pandemia a las familias; ha habido, también, y así me consta, profes, docentes, maestros y coles que no han atendido a sus alumnos con todos los medios a su alcance y muchos padres han debido sacarse un máster en educación para poder atender a sus hijos; ha habido, por supuesto, profesionales de la educación que han decidido atender a sus alumnos mientras sus propios hijos eran desatendidos (a éstos no se les aplaude); ha habido profes, docentes, maestros y coles que se han volcado con todos los medios habidos y por haber por ofrecer a sus alumnos una enseñanza de calidad y a las familias una atención excelente; ha habido profes que han entendido desde el principio que esta crisis podía suponer una oportunidad para desarrollar competencias y habilidades en ellos mismos y en sus alumnos...


Como en todos los ámbitos, ha habido de todo. En el educativo, como en el médico, el asistencial, o cualquier otro entorno, hay héroes, pero también villanos, profesionales entregados y gente que se escabulle cuanto puede.


Ha habido profes que han entendido desde el principio que esta crisis podía suponer una oportunidad para desarrollar competencias y habilidades en ellos mismos y en sus alumnos

Sólo ha habido una cosa que ha faltado en esta crisis: LA REFLEXIÓN.


A ninguno se nos ha dado tiempo a reflexionar sobre lo verdaderamente importante en todo esto: cómo seguir aprendiendo en medio de una circunstancia excepcional, cómo transformar todo un sistema de un día para otro, cómo atender a las familias, a los alumnos, actualizar la programación, preparar tareas, atender vídeollamadas, corregir tareas, plantear la evaluación, estudiar la calificación... y al mismo tiempo reflexionar para que todo ello sea coherente.


Ahora, que estamos inmersos en este cambio, que muchos de los claustros empiezan a encontrarle sentido a lo que están haciendo. Ahora, que empezamos a ver qué funciona y qué no, se nos exige enfocar nuestra mirada sobre un futuro incierto.


Septiembre queda lejos, estimados compañeros, muy lejos. Dirijamos nuestra mirada hacia el presente, hacia el hoy. Dirijamos nuestra mirada hacia nuestros alumnos, su realidad y el contexto en el que nos encontramos. Para nuestros alumnos no hay septiembre, ni si quiera junio, para ellos no hay mañana, sólo hoy. Dediquemos nuestra energía en que ese hoy, para nuestros ellos tenga sentido, dediquemos nuestros esfuerzos en que ese hoy, para nuestras aulas (ahora virtuales) también tenga sentido; siempre y de todo se puede aprender.


Porque, como dice el Eclesiastés:


"Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo: tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de llorar, y tiempo de reír; de lamentarse, y tiempo de bailar;  porque hay un tiempo para cada cosa y para cada obra."


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