He de confesar algo: desde la enseñanza obligatoria no he vuelto a escribir a mano✍️ más que de forma puntual. Fusilamiento verbal en 3,2,1...
Es cierto que, como profesor, me he visto obligado a entrar en el círculo endogámico del sistema educativo y utilizar en alguna ocasión la pizarra de tiza (a pesar de la alergia que me produce... y hablo literalmente 😂, me produce una reacción alérgica en la piel). No obstante, la lectoescritura funcional es un pilar básico de la educación primaria, ¿verdad?
Como bien sabe todo maestro que se precie, la alfabetización consiste en enseñar a nuestros alumnos a leer y escribir con el fin de darles herramientas para desenvolverse en su vida personal, profesional y social.
Y, llegados a este punto, me aventuro a plantear las preguntas que sobrevuelan sobre esta reflexión:
¿Qué tipo de escritura se considera fundamental en el mundo laboral? Es decir, ¿cuántos trabajos establecen en su proceso de selección una bonita caligrafía? ¿Para cuántos oficios actuales resulta imprescindible una buena letra enlazada? Y, si nos proyectamos hacia las profesiones que desempeñarán los alumnos de la generación Alpha, ya ni te cuento.
Pero voy más allá, ¿qué medio de comunicación fundamental es el que establece las relaciones sociales hoy en día? ¿Es acaso la carta? ¿El telegrama? ¿El pergamino?
Subo la apuesta: ¿sabes cuántas líneas de los 5 libros que tengo publicados (una novela entre ellos) he escrito a mano? Podría devolverse la pelota en este argumento convocando las preferencias personales o que yo me he decantado por ese tipo de escritura... y podría comprar el argumento en mi caso ya que soy un millennial y, por tanto, un migrante digital. Pero ¿puede alguien argumentar realmente que el futuro de estos niños no será mayoritariamente digital? Quizá nos cueste aceptarlo o directamente nos neguemos por considerar los aspectos perjudiciales del mundo digital, pero, por más que cerremos los ojos, la realidad seguirá ahí, tan tozuda como siempre.
Así que, una vez lanzados los interrogantes, continuamos.
Mi planteamiento puede parecer radical y, en cierto modo lo es, pero es que creo que solo desde la confrontación directa de los modelos mentales imperantes es posible establecer un debate que saque a relucir las premisas que se dan por aceptadas en el paradigma educativo actual.
Es evidente que, en los primeros años de desarrollo, la escritura a mano ayuda a asentar la lateralidad, la configuración espacio temporal la psicomotricidad fina y desarrollar el lenguaje pero no es igualmente cierto que nuestros alumnos pertenecientes a la generación alpha (ya van dos generaciones de nativos digitales) se enfrentarán en todos los ámbitos de su vida a la escritura "empantallada"; nos guste o no. ¿No sería de recibo que, una vez asentada la escritura manual, iniciáramos a nuestros alumnos en la mecanografía? ¿No deberíamos incorporar en el currículo ya desde primaria la competencia de escribir con un teclado? He de admitir que en este ámbito tengo más preguntas que respuestas, si bien es cierto, creo que no está suficientemente extendido el debate.
Lejos de pretender eliminar la escritura a mano del sistema educativo, mi propuesta se basa en incorporar al currículo enseñado la escritura digital de forma efectiva una vez adquirida la lectoescritura. Mis alumnos, mis hijos, mis sobrinos, todos ellos necesitarán saber escribir a ordenador o en tablet y esta competencia se desprecia desde el ámbito educativo como si fuera algo secundario o algo que uno debe aprender en su ámbito personal,
La escritura humana ha sufrido una enorme evolución desde sus comienzos, en distintos lugares, en distintas épocas el ser humano ha escrito de muy diversas formas: la escritura cuneiforme, los jeroglíficos, distintos códigos, distintos sistemas, pero también distintos medios; la escritura enroca, la escritura en pergamino, la escritura en papel, la imprenta, y recientemente la escritura digital. Sin ir más lejos, hasta hace unos pocos años la escritura digital era cosa exclusiva de un teclado, pero hoy en día cada vez más otro tipo de sistemas como el táctico de las pantallas va en aumento.
Incluso este artículo que ahora lees ha sido escrito a través de un sistema de reconocimiento de voz. Por rizar el rizo, en el proceso escritor que ha configurado este artículo no ha mediado la tinta, tampoco un teclado; un software está traduciendo mis palabras A este código de líneas puntos y espacios que nos hemos configurado como lenguaje escrito.
Éste no es sino otro ejemplo del inmovilismo que caracteriza a nuestro sistema educativo.
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