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La motivación

La motivación, es una fuerza invisible que impulsa a los estudiantes a aprender y a superarse, es un elemento clave en el proceso educativo. En esta entrada, exploraremos la motivación desde una perspectiva científica, analizando sus diferentes tipos y descubriendo cómo podemos fomentarla en el aula para crear experiencias de aprendizaje más significativas y duraderas.


¿Qué es la motivación? Una mirada desde la ciencia


La motivación es un proceso complejo que activa y orienta nuestras acciones hacia un objetivo. Desde la neurociencia, se ha demostrado que la motivación activa el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina, un neurotransmisor que nos produce placer y nos impulsa a seguir buscando el logro. Este sistema, que incluye áreas como el núcleo accumbens y el área tegmental ventral, juega un papel crucial en la motivación y el aprendizaje.


Cuando nos sentimos motivados, se activan circuitos neuronales que conectan estas áreas con otras regiones del cerebro, como la corteza prefrontal, que se encarga de la planificación y la toma de decisiones. La dopamina, que se libera en respuesta a la anticipación de una recompensa, refuerza las conexiones neuronales asociadas a la motivación y el aprendizaje, haciendo que sea más probable que repitamos las acciones que nos llevaron a esa recompensa.


Tipos de motivación: intrínseca vs. extrínseca


En psicología, la teoría de la autodeterminación distingue entre dos tipos de motivación:


* Motivación intrínseca: El deseo de aprender por el placer de aprender, por la satisfacción personal y la curiosidad.


* Motivación extrínseca: El impulso que proviene de una recompensa externa, como una buena calificación o la aprobación de los demás.


Ambas motivaciones pueden influir en el aprendizaje, pero la motivación intrínseca es más poderosa a largo plazo, ya que se basa en un interés genuino y en la autonomía del estudiante.


Estrategias para fomentar la motivación intrínseca


Como educadores, nuestro objetivo es que los estudiantes se sientan motivados para aprender por el placer de aprender, no solo por obtener recompensas externas. Para lograrlo, podemos implementar las siguientes estrategias:


  • Ofrecer autonomía: Dar a los estudiantes la posibilidad de elegir y tomar decisiones en su aprendizaje.

  • Conectar el contenido con los intereses personales: Mostrar la relevancia del contenido y cómo se relaciona con la vida de los estudiantes.

  • Fomentar metas de aprendizaje: Enfatizar el progreso individual y el esfuerzo, más que los resultados finales.

  • Proporcionar retroalimentación constructiva: Dar feedback específico y orientado a la mejora, que ayude a los estudiantes a ver su progreso y a sentirse capaces de mejorar.


Equilibrando la motivación intrínseca y extrínseca


Aunque la motivación intrínseca es más deseable, la motivación extrínseca también puede ser útil en el aprendizaje, especialmente en las etapas iniciales o en tareas que no son intrínsecamente atractivas. El desafío es encontrar un equilibrio entre ambas, utilizando las recompensas externas como un incentivo temporal que luego dé paso a un interés más genuino.


La motivación es el motor invisible que impulsa el aprendizaje. Como educadores, debemos comprender su naturaleza y utilizar estrategias que fomenten la motivación intrínseca, creando un ambiente en el aula donde los estudiantes se sientan curiosos, autónomos y con ganas de aprender.


Para seguir reflexionando:

* ¿Cómo podemos identificar las motivaciones de nuestros estudiantes?

* ¿Qué estrategias podemos utilizar para adaptar la enseñanza a las diferentes motivaciones?

* ¿Cómo podemos crear un ambiente en el aula que fomente la motivación intrínseca?


 
 
 

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