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Foto del escritorPablo Díaz

La vuelta a las aulas

Hace ya un par de semanas que venimos escuchando y leyendo sobre la vuelta al cole… que si vuelta escalonada, vuelta parcial, prolongación del curso hasta el verano… y demás reflexiones que se vienen haciendo desde distintos sectores.

Imagen de Trivium.cat

Dedicamos enormes esfuerzos mediáticos y propios para divagar sobre cuál sería le mejor forma de volver cuando nunca nos hemos ido. Quizás estoy diciendo una perogrullada o, quién sabe, igual estoy descubriendo el oro, pero el colegio no terminó con el confinamiento. Se detuvieron las clases presenciales, se cerraron los edificios donde habitualmente se imparte la educación formal, pero la enseñanza continuó produciéndose de forma telemática.


El colegio no terminó con el confinamiento.

Ahora mucha gente se lamenta de que hay alumnos que no siguen el ritmo de sus compañeros, que no pueden alcanzar el nivel del resto de la clase… ¿dónde estaban todos esos buenos samaritanos cuando hace apenas un mes esto se daba en las aulas? Desgraciadamente nuestro sistema educativo es un sistema homogéneo, y poco equitativo en mi opinión, que provoca que siempre haya un porcentaje de alumnos que se queden descolgados… Y miles de profesores llevamos tiempo denunciándolo.


Cuando hablamos de un sistema arcaico y anacrónico, que permanece anclado en una sociedad que ya no existe, que prepara a nuestros alumnos para un mundo que hace tiempo que despareció y que no tiene en cuenta los cambios sociales, tecnológicos, de valores y psicológicos que se han producido en las últimas décadas, nos referimos, precisamente, a esto.


Un sistema arcaico y anacrónico, que permanece anclado en una sociedad que ya no existe.

Imagen original de ElPais.com

Hablamos de la vuelta al cole, pero lo que estamos haciendo en realidad es proyectarnos sobre un futuro que calme la ansiedad que nos produce un presente que no controlamos, que nos ha sacado de un duro e inesperado golpe de nuestra zona de confort.


El cole nunca terminó ni tampoco el aprendizaje, aunque es posible que la enseñanza, en algunos desgraciados casos, sí lo hiciera. Nuestros alumnos, afortunadamente, nunca han dejado de aprender. Es más, me atrevería a decir que en este mes han aprendido más que en el resto del curso. Habrá quien tilde esta frase de “Mr. Wonderful”, pero estoy absolutamente convencido de ello. En mi caso, como en el de muchos otros profes, llevo mucho tiempo defendiendo una educación que trascienda las paredes del aula (conseguido), que no se limite a cápsulas de 60 minutos (conseguido), que dé estrategias para el día a día (conseguido), que enseñe otras formas de ocupar el tiempo libre (conseguido), que tenga en cuenta la necesidad de la alfabetización digital (conseguido), que esté vinculada con la vida real (conseguido), que desarrolle competencias para la alfabetización mediática (conseguido), … ¿qué más queremos?


El cole nunca terminó ni tampoco el aprendizaje, aunque es posible que la enseñanza, en algunos desgraciados casos, sí lo hiciera. Nuestros alumnos, afortunadamente, nunca han dejado de aprender.

Es cierto que en distintos sectores socioeconómicos la brecha digital ha sido un enorme impedimento y esto es algo inaceptable, es aquí donde la administración pública debía haber centrado sus esfuerzos hace un mes (sino hace años…). Pero, en el aula ordinaria también existen otros tipos de brechas que alejan a miles de alumnos del objetivo que se marca para ellos y nadie pone el grito en el cielo… Es como que lo que ocurre en el contexto escolar, dentro de las cuatro paredes, no es tan importante simplemente porque los niños están “donde deben estar”. Me consta que hay excelentes profesionales que, como en otras ocasiones, han buscado y encontrado puentes para salvar esa brecha.


Una vez más, la profesionalidad de los que estamos a pie de aula (virtual en este caso), y no las administraciones públicas, es la que marca la diferencia. No me cansaré de decir que los maestros, profesores, docentes, directores y jefes de estudios somos los verdaderos artífices del cambio de paradigma que haga de nuestras aulas espacios abiertos, hiperconectados, vinculadas con el mundo real, que desarrolle competencias para un mundo VUCA… vamos, algo muy parecido a lo que estamos haciendo hoy.


Las prisas por retomar la “normalidad”, más allá del deseo porque pase esta terrible pandemia, por volver a la instrucción directa, por acabar con este “estado de excepción pedagógica” sólo vienen a confirmar lo lejos que estamos del cambio real de paradigma. Se ha puesto de manifiesto que la sociedad en su conjunto no está todavía madura para dejar atrás un marco de aprendizaje que dejó de tener sentido hace mucho tiempo. No obstante, esto sólo debe confirmarnos la necesidad y la urgencia de aprovechar esta oportunidad para ampliar nuestras fronteras y las de aquellos que estén a nuestro alrededor para hacerles ver las infinitas posibilidades que nos ofrece este marco de aprendizaje que no necesita de aulas físicas, ni de horarios cerrados, ni de asignaturas parceladas…


Se ha puesto de manifiesto que la sociedad en su conjunto no está todavía madura para dejar atrás un marco de aprendizaje que dejó de tener sentido hace mucho tiempo.

No obstante, hay dos profesiones terribles en nuestro país: una es la de entrenador de la selección española y otra la de profesor… para ambas profesiones, hay 40 millones de personas que saben hacerlo mejor que cualquiera de nosotros.

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