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Las llaves y la farola

Era noche cerrada cuando un hombre, evidentemente alterado, daba vueltas buscando algo desesperadamente.


¿Dónde estarán? Repetía mientras recorría errático el círculo de luz que proyectaba una farola en medio de la oscuridad, ¿Donde se habrán caído?


El hombre daba vueltas a la farola desesperado.


Me acerqué y le pregunté si le podía ayudar.


– ¿Puedo ayudarle?


– Sí, claro, por supuesto…


– ¿Qué ha perdido?– le pregunté mientras comenzaba a buscar sin saber qué buscaba.


– Las llaves de mi casa. ¡¡Las malditas llaves de mi casa!!– me contestó.


– No se preocupe– le dije para tranquilizarle-seguro que las encontramos.


Me puse a buscar, y mientras lo hacía le pregunté


– ¿Está seguro de que se le cayeron por aquí?


– Pues la verdad es que no – me contestó – pero aquí hay luz.


A todos nos ocurre en algún momento como a este pobre hombre, y buscamos una y otra vez en el mismo sitio la solución a nuevas situaciones, esforzándonos en buscar donde siempre lo hemos hecho en lugar de hacerlo donde realmente podrían estar las llaves.


Nuestra zona de confort está bajo la farola, en ese estrecho círculo de luz del que muchas veces no nos atrevemos a salir.


Pero en la oscuridad, armados de una buena linterna, nos espera toda una realidad que por ahora nos pasa desapercibida.


Busca esas linternas que te permitan adentrarte en la oscuridad y tendrás más posibilidades de encontrar tus llaves.


Historia original de Juan Mateo en HSM Global

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