Es fácil quejarse, muy fácil. Lo aprendemos de bien niños; echar la culpa a otros, poner el foco de atención sobre la responsabilidad ajena, parece disminuir la nuestra propia. Se trata, a mi parecer, de un mecanismo de defensa innato por el que de forma inconsciente nos defendemos de un posible ataque.
Yo, como el resto del sistema educativo, me he estado quejando de la ineficiencia e ineficiencia de los políticos que debían liderar la vuelta a las aulas. Pero, llegados a este punto, he tomado la decisión de dejar de forma parte de la masa crítica y pasar a formar parte de la solución. Creo firmemente que el tiempo acaba juzgándonos a todos y que existe una suerte de justicia universal, que sea ella y no yo quien devuelva a cada cual según sus obras.
Estoy enamorado de mi profesión y me apasionan los restos, es por eso que, aunque nadie hubiera deseado llegar a esta situación, me siento orgulloso de formar parte de la generación de profesores que acompañó a sus alumnos en los tiempos más difíciles del siglo.
Quiero ser parte de la solución.
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