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Foto del escritorPablo Díaz

¿Supone el coronavirus el final del Aprendizaje Cooperativo?

Es indudable que el Coronavirus ha removido los cimientos de nuestra sociedad al completo, también del sistema educativo. En cuestión de días, los cientos de miles de profesores de nuestro país, como los de muchos otros, nos vimos abocados a un reto para el que difícilmente podríamos habernos preparado.

Se cerraron las aulas y tuvimos que adaptar nuestra docencia a un sistema 100% online. Aquellos colegios que ya tenían más experiencia en este ámbito, que contaban con plataformas educativas y ya trabajaban con sus alumnos eso de la Competencia Digital que algunos tantos denostaban, empezaron con ventaja pero, de una forma u otra, todos nos hemos adaptado.


Hay quien ha seguido con una enseñanza basada en la instrucción directa y las tareas tradicionales, hay quien ha puesto el foco en el desarrollo de las herramientas básicas (lectoescritura y pensamiento lógico-matemático), hay quienes han encontrado en las Artes y la actividad física a través de retos una forma de ayudar a sus alumnos en este tiempo de confinamiento… unos con mejor resultados que otros.

Si algo podemos aprender de todo esto es que hay algunas premisas que algunos veníamos defendiendo mucho tiempo y que ahora se han demostrado como ciertas.

  • Desarrollo de la alfabetización digital.

  • Fomento de las áreas tradicionalmente denostadas (artes y educación física).

  • Reducción del currículo a destrezas básicas.

  • Fomento de la reflexión, pensamiento crítico y creativo.

  • Trabajo de las competencias y contenidos a través de la investigación.

Ojalá que la escuela que surta en esta mal llamada “nueva normalidad” tenga en cuenta estas premisas.


Sin haber terminado esta etapa tan compleja que, a pesar de su dureza, ha venido cargada de oportunidades para docentes y alumnos, de aprendizajes únicos y verdaderamente útiles no sólo para el ámbito educativo sino para la vida real (como valorar nuestras libertades individuales) ya se empieza a ver en el horizonte el comienzo del curso que viene.


Algunas Comunidades Autónomas abrirán sus aulas a partir de la fase 2 con estrictas medidas de seguridad, un drástico distanciamiento humano, limitaciones horarias, sin recreos y sin avanzar en el currículo. Más allá de valorar la conveniencia de esta vuelta a medias a las aulas (de lo que digo aquí se puede desprender mi humilde opinión), me planteo qué va a pasar a partir de septiembre.


Si volvemos con limitaciones en cuanto al contacto físico y distanciamiento, si nuestros alumnos no pueden compartir material, ni utilizar fichas comunes, ni tener una mesa en común, ni tocarse… ¿significa eso que el Aprendizaje Cooperativo tiene los días contados?

Muchos profes verán en este hecho la oportunidad de volver a la instrucción directa, algunos quizá no la habían reducido todavía, otros se encontrarán sin estrategias para que sus alumnos colaboren en una situación tan particular y algunos seguro que ni se lo habían planteado.


¿Debemos resignarnos a limitar nuestra enseñanza a la mera transmisión de contenidos? ¿Es verdaderamente imposible que nuestros alumnos colaboren sin necesidad de compartir un material físico?


Pues en este punto volvemos al comienzo del artículo: aquellos profes que conozcan herramientas digitales que posibilitan la colaboración entre iguales, aquellos que conozcan o desarrollen estrategias de colaboración que no requieran el contacto físico estarán en disposición de continuar promoviendo una metodología de aprendizaje activo, con el alumno como protagonista, que fomente la colaboración, la interacción y la responsabilidad individual y grupal.


No, no es el final del Aprendizaje Cooperativo.


Es el momento de ir al fondo de esta metodología y favorecer estrategias de cooperación.


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